martes, 26 de julio de 2016

EL RESPETO
Actitud que reconoce y aprecia el valor y la dignidad de los demás; se extiende también al entorno, a la propiedad de los demás. Comienza con la consideración del otro como persona, como alguien valioso en sí mismo y con los mismos derechos fundamentales. También nos debemos respeto a nosotros mismos. Reconocer en los demás su dignidad como personas y no dejar espacio a la ofensa y
el menosprecio o a las manifestaciones discriminatorias supone el inicio de un camino hacia una sociedad más acogedora, pacífica y justa. El respeto en el fondo es la "regla de oro" de la convivencia: es tratar a los demás como deseas ser tratado, querer para los demás el bien que quieres para ti. Porque el otro es como yo, una persona, y una persona no debe ser nunca, manipulada  o servirse de ella como si fuese un objeto; Sería menospreciarla.
RESPETO, PLURALISMO Y TOLERANCIA.
 El respeto es la base de toda convivencia en sociedad. Las leyes y reglamentos establecen las reglas básicas de lo que debemos respetar. Sin embargo, el respeto no es solo hacia las leyes o la actuación de las personas. También tiene que ver con la autoridad como sucede con los hijos y sus padres o los alumnos con sus maestros. El respeto también es una forma de reconocimiento, de aprecio y de valoración de las cualidades de los demás, ya sea por su conocimiento, experiencia o valor como personas.
La Pluralidad, es decir, de las diferencias de ideas y posturas respecto de algún tema, o de la vida misma. La pluralidad enriquece en la medida en la que hay más elementos para formar una cultura. La pluralidad cultural nos permite adoptar costumbres y tradiciones  o ideas.
“EL MUCHACHO DE LOS CLAVOS”
Érase una vez… un chico con mal carácter. Siempre hay alguno así, de esos que siempre están quejándose, gritando, protestando y recriminando a los demás su comportamiento cuando a él no le gusta. A veces golpean, y casi siempre humillan a los otros, lo cual duele más que una bofetada. Su padre le dio un saco de clavos y le dijo que clavara uno en la verja del jardín cada vez que perdiera la paciencia y se enfadara con alguien. Él lo pensó bien y vio que su padre tenía razón. Tenía que cambiar. El primer día clavó 37 clavos. Durante las semanas siguientes se concentró en controlarse y día a día disminuyó la cantidad de clavos nuevos en la verja. Había descubierto que era más fácil controlarse que clavar clavos. Finalmente llegó un día en el que ya no clavaba ningún nuevo clavo. Entonces fue a ver a su padre para explicárselo. Su padre le dijo entonces que era el momento de quitar un clavo por cada día que no perdiera la paciencia. Los días pasaron y finalmente el chico pudo decir a su padre que había quitado todos los clavos de la verja. El padre condujo a su hijo hasta la verja y le dijo: «-Hijo mío, te has comportado muy bien, pero mira todos los agujeros que han quedado en la verja. Ya nunca será como antes. Cuando discutes con alguien y le dices cualquier cosa ofensiva le dejas una herida como ésta. Puedes clavar una navaja a un hombre y después retirarla, pero siempre quedará la herida. A pesar de las veces que le pidas perdón -y debes hacerlo siempre-, la marca de la herida permanecerá. Una herida provocada con la palabra hace tanto daño como una herida física.» Y por eso también es importante saber olvidar las ofensas que se nos hicieron. Pero olvidarlas de verdad, para no volver a utilizarlas nunca como reproche cuando nos volvamos a sentir ofendidos. Porque entonces las heridas vuelven a abrirse. Los amigos son joyas raras de encontrar. Están listos para escucharte cuando tienes necesidad. Te sostienen y te abren su corazón. Cuídalos. Enseña a tus amigos cómo les quieres… y les respetas. Evita humillarles y quedar tú por encima. Respétalos siempre, aunque no debas darles la razón cuando están en el error. Discrepa sin herir. Son personas, como tú. Piensa a menudo cómo te sentirías tú en su lugar. Y obra en consecuencia, pero no se trata sólo de los amigos… Hay más gente en el mundo, a la que le afecta, para bien o para mal, lo que hacemos y decimos. Hay una regla de oro, un principio moral básico que sirve para actuar con respeto:” Trata a los demás sólo como deseas ser tratado”. Es en realidad una forma de decir: Respeta… Trata a los demás como personas.
TALLER  REFLEXIVO
Después de hacer una lectura personal, reflexiona sobre el contenido y subraya las palabras e ideas principales      “
INTERPRETA
1.- ¿Cuál era el problema principal del protagonista del relato?
 2.- ¿Qué   hizo el padre  con el  chico?
ARGUMENTA
 3.- ¿Qué lección quiso enseñar el padre al chico protagonista de la narración?
 4.- ¿Qué conclusión sacas para tu vida?
5- ¿Qué puede pasar cuando alguien guarda las ofensas  dentro de sí, sin olvidarlas, durante mucho tiempo?
 6.- ¿Es lo mismo respetar a una persona que darle la razón (aunque no la tenga)? ¿Por qué?
 PROPOSITIVA
 7.- ¿Con qué regla o principio moral guarda el respeto una relación directa?
8.- Si una ofensa no se cura simplemente pidiendo perdón, ¿qué se debe hacer  entonces al respecto?
9- ¿Cómo puedes evitar ofender a los demás?
10- Dibuja una historieta   relacionada con el respeto.













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